EL HOMBRE EN SU CASTILLO
Como no dar un golpe de Estado
El expresidente Castillo ha terminado de la peor manera posible, con un frustrado intento de golpe de Estado que no es más que una admisión de parte acerca de los actos de corrupción que se le imputan y una ejecutoria patente de la conocida incapacidad propia y de su entorno para cualquier tipo de gestión.
Cierto que Castillo estuvo desde el inicio cercado por una oposición fiera que no buscaba otra cosa que la vacancia, pero no es menos cierto que no busco conciliación alguna que le permitiera aislar a los más radicales y si bien abandono las aristas más radicales de sus planteamientos al menos en lo formal, por otro lado permanecía en sus trece en su afán de fomentar la desunión y el odio de clases en cuanto espacio podía con su inquebrantable discurso de victimización. Mientras que según todos los indicios conformaba una organización criminal junto a familiares y gente de su entorno de lo más ansiosos por saquear las arcas nacionales.
El expresidente se compró todo el talonario, para terminar abruptamente. No supo moverse en los senderos de la paz haciendo concesiones con respeto al equipo del que se hizo acompañar, el bastante cuestionado equipo y al parecer funcional a sus intereses pecuniarios, tampoco supo calibrar sus municiones en el sendero de del conflicto cayendo finalmente en dar por hecha una denegatoria de confianza donde no existía constitucionalmente lugar a este mecanismo legal.
Y para terminar un intento de golpe de Estado completamente intonso donde el presidente demostró con creces que no lee, ni los libros ni las calles. Es alérgico al estudio de la historia de otra manera no hubiera seguido con el estribillo de los “doscientos años de exclusión” ignorando la cantidad de presidentes provincianos o de origen indígena que ha tenido nuestro país a lo largo de su historia, el desborde popular de la segunda mitad del siglo XX o el crecimiento económico de las últimas décadas.
Para que un golpe de Estado funcione al menos en nuestro país se requieren además de aliados que Castillo no tenia, circunstancias críticas que configuren un escenario particular en la sociedad, una narrativa de progreso o superación de las dificultades y un actor que haga creíble esa narrativa.
Fujimori que es el precedente de lo intentado por Castillo (ironías de la vida), tenía ante un escenario desplegado para un golpe de estado, nuestra sociedad se encontraba atribulada por una crisis económica como no se había visto desde la guerra con Chile, una inflación digna de la República de Weimar, un grupo terrorista de inspiración polpotiana casi a punto de cercar Lima y el desgaste total de los actores sociales capaces de hacerle frente, entre otros factores propicios a su intentona. Además de ello Fujimori supo crear muy bien su imagen de cercanía con el pueblo peruano, su procedencia japonesa fue crucial en ese momento y supo construir precisamente su narrativa de cambio ¿Qué cambio hacia mejor pudo haber construido Castillo?
Demás está decir que la coalición que soporto a Fujimori entre los poderes facticos, el poder mediático, las fuerzas armadas y los sectores populares fue particularmente sólida.
Más cerca de nosotros el cierre del Congreso realizado por el entonces muy popular Martin Vizcarra, conto con la legitimidad legal y la legitimidad popular que se ganó a pulso un hombre ducho en la manipulación y con un buen equipo detrás, que supo vender muy bien su imagen y construir una coalición de intereses entre la izquierda caviar, la derecha progresista y los medios de comunicación que lo apoyaron con uñas y dientes; además de manipular muy bien su caída
para imponer a Sagasti. Vizcarra a pesar de los 200,000 muertos de las que es causante directo o indirecto, era hasta venerado por la prensa y buena parte de la población por sus ahora sabemos con total seguridad falsos logros durante la pandemia. ¿Alguien sabe de logros reales o ficticios durante la gestión de Castillo? Si van a decir que la estabilidad y el manejo económico, pues mejor vayan a agradecerle a Fujimori, a la tumba de Boloña, a Alejandro Toledo, a Alan García y hasta Ollanta Humala que supieron mantener el rumbo fijo y por supuesto a la Constitución del 93. La administración Castillo, no tuvo logro alguno.
Sin coalición detrás, sin el musculo indispensable para un golpe, sin una causa justa porque el reclamo de una nueva constitución no resuena por fuera de las izquierdas y para terminar visiblemente rodeado por acusaciones de corrupción por todos lados a Castillo solo le quedaba la vía del asilo diplomático, pero opto por un ridículo intento de autogolpe. Podemos imaginar que Castillo a lo mejor esperaba un apoyo masivo de las masas hartas ya de este Congreso que con escasas excepciones ya no da para más o quizás esperaba construir la coartada perfecta para el ansiado asilo político, pero para variar no supo manejar los tiempos acabando detenido.
Dada la magnitud de su delito, Castillo tendrá tiempo para leer Técnicas de Golpe de Estado de Curzio Malaparte y el Arte de la Guerra de Sun Tzu quizás y aprenda algo. Si los hubiera leído antes, no habría terminado tan mal. El expresidente haría bien en salir del castillo mental en que anda encerrado, leer no hace daño.