Una vez más Castillo demostró que es más cazurro y taimado que la ingenua derecha peruana y el extraviado centro. Unos cuantos rumores sobre anuncios espectaculares, algunas veladas amenazas de cierre del Congreso, una que otra filtración sobre un posible adelanto de elecciones y solicitud de asilo político por parte del presidente para colocar a la oposición en la delgada línea que separa el desconcierto de la esperanza.

Y al final, al final…la misma vieja historia que ya vivió el arzobispo de Lima cuando se creyó los cuentos de intención de enmienda por parte del Excelentísimo Señor Presidente. La misma historia que por cierto ya vivieron los camaradas de Perú Libre cuando se han visto desplazados del núcleo de poder por la pandilla de Chota. Castillo a este paso va rumbo a ser recordado como el rey de las mecidas, si acaso no estuviera compitiendo en la categoría de gran narrador de cuentos de la política peruana contemporánea. Cuentos mal contados por un pésimo cuentista, pero cuentos al fin y al cabo.

Demostrando que vive su papel en cuerpo y alma el presidente Castillo nos llevó durante la exposición de su discurso a una tierra mágica de abundancia y promisión donde las corvinas nadan fritas en los mares con su limón y los perros andan con correas de salchichón. Una utópica realidad de buen manejo político que solo existe en la cabeza del mandatario y sus áulicos muy distinta a los que tenemos que soportar día a día millones de peruanos que mientras tanto nos enterábamos con gran sorpresa de nuestra parte que nos habíamos convertido en Alicia y vivíamos en el país de las maravillas.

Luego de escuchar el discurso sobre ese imaginario país de Jauja donde mora el presidente de todos los peruanos (por desgracia), hay dos escenarios posibles o el mandatario anda encapsulado en una suerte de aldea Potemkin por parte de sus acólitos o es muy cínico. Comprensible dado que al menos sus ayayeros si se están haciendo ricos; por lo cual no sería extraño que piensen que nos hemos convertido en Dubái de la noche a la mañana. Lo otro tampoco sería nada extraño, Castillo dice una cosa y hace otra, razón por la cual no estaría fuera de lo esperado que de un momento a otro se mande a mudar a otros lares, al mismo estilo de Alberto Fujimori. Total a este ritmo hace falta poco para ver a las mascotas de palacio y a sus vacas en chota inmiscuidas en algún acto ilícito.

Y a todo esto ¿Qué queda? Castillo puede estar contento de que no hay vacancia a la vista a pesar de sus numerosos indicios de corrupción, pero tampoco hay datos fiables ni propuestas concretas, no hay la mínima capacidad de aprender de los errores ni de convocar a los mejores cuadros para apoyarlo en la dirección del país, debe agradecer lo que queda de la fortaleza macroeconómica del país a la inercia del modelo sustentado en la Constitución del 93, de otra manera su incapacidad seria todavía más notoria y no habría itinerario de bonos por repartir, la clásica medida populista que supo aprovechar Vizcarra, que bien puede ser el último recurso de este gobierno de corruptos diletantes.

Menos mal que solo faltan cuatro años para que se vaya…